miércoles, 1 de agosto de 2007

Ser signo

Casi termino un libro bastante bueno, de teología, y más específicamente, de teología del sacerdocio ministerial. Hoy leí unos párrafos acerca del celibato sacerdotal -es decir, el porqué no nos casamos los curas, dicho a modo popular y vagamente-.

Ciertamente, como comenta el autor, el celibato viene a ser, antes que cualquier cosa, un carisma dado por Dios. Ya lo decía Jesús: "Algunos eligen no casarse por causa del Reino de los cielos. Quien pueda entender esto, que lo entienda" (Mt 19,12). Y es claro que no a todos les entra la idea loca de que es mejor no casarse, pues así se está más disponible para la obra del Reino. Hoy, incluso, hay quienes afirman que debiera hacerse el celibato opcional para los sacerdotes, para que no faltaran tantos como hoy en día. Pero más allá de los funcional y lo útil que pudiera ser, ¿no se estaría perdiendo un signo que hoy en día es necesario para remarcar a los demás que existe algo más que buscar los bienes de este mundo, algo más por lo que vale la pena dejar algo tan valioso como lo es la vida matrimonial?

Y es que hoy por hoy, ser signo es algo muy devaluado en nuestra mentalidad utilitarista, que a todo busca sacarle una función práctica, material, algo que "deje ganancia" en este mundo. Partidarios ciegos del dicho "vale más pájaro en mano que ciento volando", aún cuando, al poseer a uno, se renuncie a ciento que vuela y, con ellos, a algo muchísimo mejor.

Un buen cristiano no se conforma con lo que el mundo le puede ofrecer. Busca lo que la esperanza en la vida eterna da. Y en esa búsqueda, el sufrimiento, la pobreza, la renuncia, incluso el fracaso según los criterios del mundo pueden ser compañeros de camino del creyente.

A mí, como sacerdote, en la renuncia al matrimonio por el Reino, Dios me pide ser signo de que vale la pena dejarlo todo por seguir al Señor, aún cuando muchos no vean más allá de lo que esta vida les ofrece. A cada cristiano, con una vida austera, humilde, entregada en el servicio desinteresado, sin dejarse envolver por los afanes de este mundo y buscando en la vida diaria "el Reino de Dios y su justicia", Dios le pide ser ese signo de la vida venidera que esperamos recibir del Señor cuando venga a dar a cada uno según sus obras.

¿Eres signo? ¿Te distingues en algo de quienes no tienen fe o viven como si no la tuvieran? ¿Manifiestas, de alguna manera, que la felicidad no está en esta vida?