sábado, 18 de febrero de 2012

Regresando de Ejercicios...

Estas últimas dos semanas estuvieron repletas de experiencias extraordinarias, que rompieron gratamente con mi rutina... un viaje a Guadalajara y regiones cercanas, y los Ejercicios espirituales anuales ofrecieron un contexto, en un caso poco común, y en el otro, aunque esperado, lleno de sorpresas.
Es interesante cómo la rutina nos desgasta, y los cambios también. Los días previos a este espacio de tiempo había estado resintiendo los duros meses previos, dados los cambios que sobrevinieron en la comunidad parroquial a partir de mediados de Agosto pasado, cuando fueron reubicados a otras comunidades mis compañeros sacerdotes, entrando en la escena un nuevo párroco y un nuevo vicario. Nuevas ideas, gente que se va y gente que se integra a la labor, nuevos criterios y formas de hacer las cosas, reaprender ciertos caminos... La verdad es que aunque ha sido enriquecedor, ya necesitaba un respiro.
La ocasión la dio la conveniencia de viajar a Guadalajara a despedir a nuestro Pastor y, de pasada, tomar un par de días en Vallarta, conviviendo con un grupo de sacerdotes. No podría, aunque quisiera, describirles la riqueza de esos momentos; lo que parece simple "convivencia", en el compartir las anécdotas, las luchas, las dudas, los anhelos, hasta la "carrilla", se convierte en una verdadera renovación del espíritu sacerdotal en uno. A veces la gente, en la mejor intención, lo pone a uno en el pedestal con su reconocimiento de lo sagrado en nuestra persona y ministerio, del cual, saludablemente, te encargan de "bajarte al suelo" los compañeros, en una especie de "ubicatex", de no negar la propia consagración y el ser instrumento del Señor para su gloria y bien de su pueblo, pero también llevar ese don en la vasija de barro de una humanidad curtida en la debilidad, fracturada por el propio pecado, y por ello sumamente delicada y necesitada también del amor de Dios y de los hermanos. Ni más que un ser humano como cualquiera, ni menos que un consagrado a Dios y a su obra.
Y, por otra parte, los Ejercicios espirituales de esta semana que termina, fueron un verdadero encuentro con el único que nos renueva desde el interior. Él me miró a los ojos, miró ese desgaste, ese pecado... y me dijo: "Te elegí así como eras, así como eres y así como serás, esperando que des lo mejor, pero nunca siendo esto una condición para amarte, cuidarte y confiar en ti." Y me enseñó a no ser tan "humano" en mis expectativas, en mis razonamientos, en mis cálculos; a ser más confiado en su Providencia y a vivir alegre mi vida y ministerio.
De veras, han sido días extraordinarios... días de gracia...